domingo, 30 de agosto de 2009

El segundo exterminio maya

250 mil muertos, 60 mil desaparecidos y 440 pueblos indígenas destruidos en manos del ejército guatemalteco fue el saldo de dos décadas de una de las más cruentas y prolongadas dictaduras de América Latina. Una dictadura que comenzó en 1954 con el golpe que la CIA (Central de Inteligencia de los Estados Unidos) dio para derrocar al presidente democrático Jacobo Arbenz y que sentó la moda de los golpes de Estado en todo el continente durante la Guerra Fría.

En la década del `70 comenzó la etapa más dura de Guatemala, el genocidio maya, con 667 masacres, muchas de ellas en pequeñas aldeas de campesinos. En su libro, y a modo de segunda autobiografía, Rigoberta: la nieta de los mayas (1998), Menchú Tum, guatemalteca y reconocida activista por los derechos humanos, relata lo que padeció la comunidad indígena durante los años de dictadura. El libro resalta la masacre de Xamán (octubre de 1995), la desaparición y asesinato de gran parte de su familia, su exilio en México y el anhelo de retornar a su tierra natal, y sus pasos hasta el Premio Nobel de la Paz en 1992.

“Imágenes terribles de mujeres corriendo bajo las balas, con un hijo recién nacido amarrado a la espalda y arrastrando de las manitas a otros dos niños pequeños. Todos corrían de un lado a otro buscando salvar la vida. Una nueva pesadilla de sangre, una nueva herida en la memoria del pueblo maya”, describe Rigoberta Menchú en el prólogo del libro Xamán. Genocidio, impunidad y experiencias compartidas: Guatemala, Argentina, donde el ejército irrumpió en el pueblo con la mera intención de hacer una limpieza étnica que dejó un saldo de once civiles muertos, entre ellos mujeres y niños.

Desde su exilio, y con una campaña pacífica, Menchú denunció la violación a los derechos humanos perpetrada por el gobierno de Guatemala, lo cual le valió la aceptación internacional y el apoyo de las Naciones Unidas en sus reivindicaciones sociales. “Este reconocimiento lo interpreto primero como un homenaje a los pueblos indígenas sacrificados y desaparecidos por la aspiración de una vida más digna, justa, libre, de fraternidad y comprensión entre los humanos” explica Rigoberta en el capítulo dedicado al premio sueco.

A pesar de los intentos de golpes posteriores, Guatemala supo alejar la violencia del juego político y de poder, y eligió una vía democrática y pacífica cada vez más estable. Sin duda, la labor de Menchú ha logrado no sólo el reconocimiento, sino en cierta medida la supervivencia de la cultura maya por parte del mundo.


Cecilia Scotti

Editorial Aguilar
Prefacio de Eduardo Galeano
Con la colaboración de Dante Liano y el periodista italiano Gianni Minà.
348 páginas
$20

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